Con motivo de la solemnidad de Pentecostés este domingo, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar
La archidiócesis de Valencia celebró ayer sábado, la Vigilia de Pentecostés, -con motivo de su solemnidad este domingo- y tuvo lugar de forma simultánea en la Catedral, presidida por el Arzobispo, monseñor Enrique Benavent, así como en Lliria, Bocairent y el Grao de Gandia, oficiadas por sus respectivos Vicarios Episcopales.
La celebración de la Solemnidad de Pentecostés, que coincide con el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, comenzó con la Vigilia Diocesana, preparada por la Delegación Diocesana de Laicos, junto con otras delegaciones de la Vicaría de Evangelización.
Vigilia celebrada en la Catedral de Valencia, presidida por el Arzobispo (Fotos: A. Sáiz)
La vigilia de Bocairent se celebró en la parroquia dedicadas a la Asunción de Nuestra Señora, presidida por el vicario episcopal Camilo Bardisa.
Vigilia celebrada en Bocairent
La vigilia celebrada en Llíria, fue presidida por el vicario episcopal, Agustín Alcayde en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora.
Vigilia celebrada en Lliria (Fotos: E. León)
La vigilia celebrada en el Grao de Gandía, fue presidida por el vicario episcopal, Francisco Revert en la parroquia de San Nicolas de Bari.
Vigilia celebrada en Gandía
El lema de esta jornada: “Laicos por vocación, llamados a la misión”, se enmarca en la preparación del Jubileo de 2025, “Peregrinos de esperanza”, convocado por el papa Francisco. Para esta preparación, el Pontífice propuso un camino concreto: recordar las enseñanzas de las cuatro constituciones del Concilio Vaticano II, que deben seguir “orientando y guiando al santo pueblo de Dios para que progrese en la misión de llevar el gozoso anuncio del Evangelio a todos».
Pentecostés “es la fiesta de la lglesia, de la unión, de la comunidad, porque es el Espíritu Santo quien estuvo en el nacer de la Iglesia, el que la impulsa, el que la acompaña en su misión evangelizadora. Pentecostés es la actualización, hoy, de la venida del Espíritu Santo sobre los primeros discípulos, constituyéndolos como apóstoles, Iglesia que da testimonio de Cristo Resucitado y acompañándolos en su misión evangelizadora”, aseguran el Vicario de Evangelización, Melchor Seguí, y la delegada de Apostolado Seglar de la Archidiócesis, Amparo Estellés.
Melchor Seguí anima a todos a participar en la Vigilia de este sábado, que se celebrará en la Catedral y de forma simultánea en Lliria, Bocairent y el Grao de Gandia
– “El laico no puede caminar por libre, sino que ha de trabajar en comunidad, en comunión, en sinodalidad”
La archidiócesis de Valencia celebrará este próximo sábado por la tarde, la Vigilia de Pentecostés, -con motivo de su solemnidad este domingo- y tendrá lugar de forma simultánea en la Catedral, presidida por el Arzobispo, monseñor Enrique Benavent así como en Lliria, Bocairent y el Grao de Gandia, oficiadas por sus respectivos Vicarios Episcopales.
El Vicario de Evangelización, Melchor Seguí, anima a todos a participar -sacerdotes, laicos y consagrados- para “unirnos todos en esta celebración como Iglesia diocesana y salir fortalecidos y nuevamente enviados a la misión con alegría, con parresía, con esa autenticidad de la que nos habla el Evangelio”.
“Igual que la noche de Pascua renovamos el bautismo, que la noche de Pentecostés renovemos también nuestra condición de testigos de la buena Noticia del anuncio de Jesús”, ha afirmado.
Se trata de “renovar nuestra recepción del Espíritu Santo y que sea un revulsivo para todos nosotros para ser lanzados nuevamente a la misión, a la unidad de Pentecostés, porque ella es la que nos da el impulso y la que nos da el ánimo”, apunta Melchor Seguí que recuerda que “el Espíritu Santo es agua que limpia, fuego que quema, viento impetuoso que nos mueve, que nos impulsa, que nos envía”. Por eso, “es muy hermoso que nos podamos reunir todos, animarnos unos a otros y sentir la presencia del Espíritu Santo”.
La Vigilia de la Catedral de Valencia y las de Lliria y Bocairent, que se celebrarán en las parroquias dedicadas a la Asunción de Nuestra Señora, comenzarán a las 20 horas; mientras que la Vigilia en la parroquia de San Nicolás de Bari del Grao de Gandia se iniciará a las 20:45 horas.
Las vigilias se celebrarán sin Eucaristía, “porque lo que queremos es que el domingo de Pentecostés cada uno participe en su parroquia, en su comunidad”, explica el Vicario de Evangelización.
“EN LA IGLESIA, EL PAPEL DE LOS LAICOS ES FUNDAMENTAL”, SON “TESTIGOS EN MEDIO DEL MUNDO”
La solemnidad de Pentecostés coincide con el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Según Melchor Seguí, “en la Iglesia, el papel de los laicos es fundamental. Y, precisamente, el lema de este año habla de «laicos por vocación, llamados a la misión». Se enmarca, además, en la preparación del Jubileo de 2025, “Peregrinos de esperanza”, convocado por el papa Francisco.
De igual forma, «el mensaje que han escrito los obispos de la Comisión Episcopal de Laicos, Familia y Vida dice que el laico tiene que ser laico por vocación”.
“La vocación viene del bautismo. Nadie nace cura, obispo o religioso. Todos nacemos laicos, y por el bautismo todos somos enviados a ser testigos en medio del mundo, y sobre todo en el lugar donde se desenvuelve la vida, en el ámbito de la familia, en el ámbito de la educación, en el ámbito también del cuidado de la casa común, como muchas veces nos dice el Papa y tanto nos reitera. Y, sobre todo, en la vida pública, el lugar donde se encuentra cada laico. Ahí tiene que dar testimonio y ahí tiene que estar”.
Por ello, según recuerda el Vicario de Evangelización, “en medio del mundo es donde tiene que trabajar el laico”. Y, por supuesto, «el laico no puede ser un francotirador, sino que tenemos que trabajar en comunidad, en comunión, en sinodalidad. Nadie puede caminar por libre, porque nuestra fe ha nacido en el seno de la Iglesia. Nadie se da a sí mismo los sacramentos. Siempre lo recibimos por medio de la mediación de la Iglesia y por la Iglesia, por el Bautismo y la Confirmación, que son los dos sacramentos que nos envían a la misión”, añade.
La celebración de la solemnidad de Pentecostés, que es el culmen del tiempo de Pascua, es una buena ocasión para que reflexionemos sobre la importancia del Espíritu Santo para nuestra vida cristiana. Él ha sido enviado a nuestros corazones y viene en ayuda de nuestra debilidad para que podamos llamarnos y ser en verdad cristianos: “nadie puede decir <<Jesús es Señor>> si no es bajo la acción del Espíritu Santo” (1Co 12, 3).
A pesar de esto, para muchos cristianos es el gran olvidado. A diferencia de Cristo, que se hizo hombre y entró en la historia, su acción más difícil de discernir. Para superar esta “marginación” del Espíritu, en ciertos movimientos y grupos se quiere experimentar su presencia de una manera sensible, por medio de ciertos dones y carismas especiales concedidos a algunos cristianos. Ahora bien, las gracias extraordinarias no constituyen su acción fundamental. Quienes las reciben deben acogerlas con humildad y no creerse superiores a los demás, deben vivirlas en comunión con la Iglesia y para su edificación, y deben someterse al discernimiento de los pastores del Pueblo de Dios.
Si la acción del Espíritu fuera esta, nos encontraríamos ante una Iglesia en la que habría cristianos de distintas categorías, porque quienes las tuvieran podrían llegar a pensar que son mejores que los demás, y quien no las tuviera pensaría que no ha recibido el don del Espíritu. El Espíritu Santo es enviado a todos los creyentes en Cristo, por lo que nadie puede apropiarse de él; y su acción principal tiene un carácter invisible, ya que su efecto fundamental en el corazón de los creyentes es la vida de la gracia y la santificación.
El criterio fundamental para discernir si vivimos según el Espíritu no son las gracias visibles, sino su fruto en nuestros corazones. En la carta a los Gálatas (5, 22-23), san Pablo nos enseña que el “fruto” del Espíritu es el amor. Es importante caer en la cuenta de que en este texto no se habla de los “frutos”, sino del “fruto” (en singular) del Espíritu. Este detalle es importante para entender su acción en nosotros: el primer efecto del Espíritu Santo en nuestras vidas personales es despertar en nuestros corazones el amor filial a Dios nuestro Padre. Por ello, quien vive según el Espíritu puede llamar a Dios “Padre” y abandonarse en sus manos, con una confianza y un amor ilimitados.
Ahora bien, la autenticidad y la verdad de ese amor a Dios se manifiestan en aquellas actitudes que difunden el bien a todos los que nos rodean (alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad y lealtad) y que preservan al creyente del orgullo y del egoísmo (modestia y dominio de sí). Por el contrario, si un cristiano no está fundamentado en el amor a Dios como centro de su vida, con mucha facilidad se desanima en su vida cristiana, la vive como una carga que le resulta insoportable, o acaba cayendo en la tentación de pensar que es mejor que los demás.
Esta acción invisible, y no las gracias visibles que a menudo se manifiestan con una cierta espectacularidad, es la que nos ayuda a discernir su presencia en nosotros.
Con mi bendición y afecto.
+ Enrique Benavent Vidal, arzobispo de Valencia.
PENTECOSTA: EL FRUIT DE L’ESPERIT
La celebració de la solemnitat de Pentecosta, que és el cim del temps de Pasqua, és una bona ocasió perquè reflexionem sobre la importància de l’Esperit Sant per a la nostra vida cristiana. Ell ha sigut enviat als nostres cors i ve en ajuda de la nostra debilitat perquè puguem dir-nos i ser en veritat cristians: “ningú pot dir <<Jesús és Senyor>> si no és sota l’acció de l’Esperit Sant” (1Co 12, 3).
A pesar d’això, per a molts cristians és el gran oblidat. A diferència de Crist, que es va fer home i va entrar en la història, la seua acció més difícil de discernir. Per a superar esta “marginació” de l’Esperit, en certs moviments i grups es vol experimentar la seua presència d’una manera sensible, per mitjà d’uns certs dons i carismes especials concedits a alguns cristians. Ara bé, les gràcies extraordinàries no constituïxen la seua acció fonamental. Els qui les reben han d’acollir-les amb humilitat i no creure’s superiors als altres, han de viure-les en comunió amb l’Església i per a la seua edificació, i han de sotmetre’s al discerniment dels pastors del Poble de Déu.
Si l’acció de l’Esperit fora esta, ens trobaríem davant una Església en la qual hi hauria cristians de diferents categories, perquè els qui les tingueren podrien arribar a pensar que són millors que els altres, i qui no les tinguera pensaria que no ha rebut el do de l’Esperit. L’Esperit Sant és enviat a tots els creients en Crist, per la qual cosa ningú pot apropiar-se d’ell; i la seua acció principal té un caràcter invisible, ja que el seu efecte fonamental en el cor dels creients és la vida de la gràcia i la santificació.
El criteri fonamental per a discernir si vivim segons l’Esperit no són les gràcies visibles, sinó el seu fruit en els nostres cors. En la carta als Gàlates (5, 22-23), sant Pau ens ensenya que el “fruit” de l’Esperit és l’amor. És important caure en el compte que en este text no es parla dels “fruits”, sinó del “fruit” (en singular) de l’Esperit. Este detall és important per a entendre la seua acció en nosaltres: el primer efecte de l’Esperit Sant en les nostres vides personals és despertar en els nostres cors l’amor filial a Déu el nostre Pare. Per això, qui viu segons l’Esperit pot cridar a Déu “Pare” i abandonar-se a les seues mans, amb una confiança i un amor il·limitats.
Ara bé, l’autenticitat i la veritat d’eixe amor a Déu es manifesten en aquelles actituds que difonen el bé a tots els que ens envolten (alegria, pau, paciència, afabilitat, bondat i lleialtat) i que preserven al creient de l’orgull i de l’egoisme (modèstia i domini de si). Per contra, si un cristià no està fonamentat en l’amor a Déu com a centre de la seua vida, amb molta facilitat es desanima en la seua vida cristiana, la viu com una càrrega que li resulta insuportable, o acaba caient en la temptació de pensar que és millor que els altres.
Esta acció invisible, i no les gràcies visibles que sovint es manifesten amb una certa espectacularitat, és la que ens ajuda a discernir la seua presència en nosaltres.
La solemnidad de Pentecostés no es únicamente el día en que finaliza el tiempo pascual. Celebramos el acontecimiento en el que la Pascua llega a su plenitud. Un día en el que la Iglesia recuerda a los laicos con la celebración del Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar, que es la fiesta de la unión, de la comunión, que sólo con el don del Espíritu se pueden alcanzar.
La Vigilia de Pentecostés es la fiesta de la unión, de la comunión, que sólo con el don del Espíritu se pueden alcanzar. Os esperamos a todos los que podáis asistir, sacerdotes, laicos y consagrados”.
Con estas palabras, Melchor Seguí, vicario de Evangelización, y Amparo Estellés, delegada de Apostolado Seglar de la dióceiss de Valencia, invitan a participar en la vigilia que, este año, volverá a celebrarse de forma simultánea en cuatr sedes de Valencia, Bocairent, Llíria y el Grao de Gandía.
Tal y com recuerdan, “es la fiesta de la Iglesia, de la comunidad, porque es el Espíritu Santo quien estuvo en el nacer de la Iglesia, el que la impulsa, el que la acompaña en su misión evangelizadora. Pentecostés es la actualización, hoy, de la venida del Espíritu Santo sobre los primeros discípulos, constituyéndolos como apóstoles, Iglesia que da testimonio de Cristo Resucitado y acompañándolos en su misión evangelizadora”.
Este año, el lema es ‘Laicos por vocación, llamados a la misión’ y se enmarca en la preparación del Jubileo de 2025, “Peregrinos de esperanza”. Para esta preparación, el Papa propuso un camino concreto: recordar las enseñanzas de las cuatro constituciones del Concilio Vaticano II, que deben seguir” orientando y guiando al santo pueblo de Dios para que progrese en la misión de llevar el gozoso anuncio del Evangelio a todos”.
“Queremos animaros, invitaros a todos los miembros de nuestra diócesis a participar. Pentecostés no es una fiesta menor, es el día del cumpleaños de la Iglesia, es el día del apostolado seglar, el día de la acción católica, es el cumpleaños de nuestra Iglesia que nace siendo una y diversa al mismo tiempo. Pentecostés nos recuerda que somos parte de esta familia formada por distintos carismas y vocaciones”, explica Eva Crespo, del Foro de Laicos y miembro de la Delegación Diocesana de Laicos de Valencia.
LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO
Desde la Conferencia Episcopal Española (CEE), la jornada de este año, explican los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, invita a todos los bautizados a proclamar el Evangelio, a la misión que Jesús encomendó, “que se lleva a cabo con la fuerza del Espíritu Santo”.
Los prelados subrayan en su mensaje que “el envío a la misión procede del Padre, que tanto nos ha ama-do que ha enviado a su único Hijo para que alcancemos la salvación, por su muerte y resurrección”. Por tanto, “es fundamental que descubramos, como miembros del Pueblo de Dios, que tenemos una misión que no es iniciativa nuestra, sino de Dios, que la sostiene y permitirá que perdure por los siglos de los siglos”.
En este sentido, el escrito recuerda la celebración del Encuentro sobre el Primer Anuncio, el pasado mes de febrero y la preparación para un Congreso sobre las Vocaciones, que tendrá lugar en Madrid, en febrero de 2025.
“Nuestra primera y fundamental consagración – añaden- hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar”. Con estas dos iniciativas, en el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar de este año 2024, «queremos que resuene con fuerza esa llamada que la Iglesia ha recibido, como asamblea de convocados, pueblo de Dios unido en la misión, a vivir su vocación, que tiene como horizonte la misión. Y de un modo propio y peculiar, destacamos la vocación laical, que se ejercita en la caridad política, en el anuncio del Evangelio en el corazón del mundo».
Para los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida se trata de que “el laico sea laico” por vocación, en todos los ámbitos de la vida. “El laicado vive su vocación encarnado en el mundo, es decir, en los ámbitos de la familia, del trabajo, de la educación, del cuidado de la casa común y, de una manera particular, en la vida pública. Y también se desarrolla en el interior de la vida de la Iglesia, ayudando en al liturgia, en la catequesis, en los grupos parroquiales”.
VIGILIAS EN VALENCIA, LLÍRIA, BOCAIRENT Y GRAO DE GANDÍA
La Solemnidad de Pentecostés se celebrará con una Vigilia Diocesana, preparada por la Delegación Diocesana de Laicos, junto con otras delegaciones de la Vicaría
de Evangelización. Tendrá lugar la tarde del sábado 18 de mayo. Para facilitar la
participación y que sea una verdadera expresión de comunión diocesana, se desarrollará simultáneamente, a las 20 horas, en las siguientes sedes: la Catedral Metropolitana (Valencia), la parroquia de la Asunción de Nª Sª (Llíria), y la parroquia de la Asunción de Nª Sª (Bocairent). En la parroquia de San Nicolás de Bari (Gandía-Grao) la celebración comenzará a las 20:45 horas.
La Delegación de Laicos arranca con los preparativos de su día.
Desde la Delegación de Apostolado Seglar se está preparando ya los diferentes grupos de trabajo con los responsables de la delegación de las Vicarías, arciprestazgos y de parroquias. Este año, en las cuatro sedes, se está trabajando para llevar a buen fin la Vigilia de Pentecostés. Cuatro sedes para una diócesis extensa, a las 20:oo en la Catedral de Valencia, La asunción de Llíria y L’Asumpció de Bocairent además de a las 20:45 h en San Nicolau de Bari en el Grao de Gandia.
Se acerca la Solemnidad de Pentecostés en la que celebramos la actualización, hoy, de la venida del Espíritu Santo sobre los primeros discípulos, constituyéndolos como Iglesia que da testimonio de Cristo Resucitado y acompañándolos en su misión evangelizadora.
El lema para esta jornada es “JUNTOS ANUNCIAMOS LO QUE VIVIMOS”, y se enmarca en el proceso de reflexión que la Iglesia está realizando con motivo del Sínodo Universal “Por una Iglesia sinodal: comunión-participación-misión”
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“JUNTOS ANUNCIAMOS LO QUE VIVIMOS” es una llamada a todos los que somos y formamos la Iglesia, en sus diferentes niveles (parroquial, diocesano y universal), para sabernos y sentirnos miembros de un mismo Cuerpo, unidos por el mismo Espíritu y alentados por Él a anunciar con palabras y obras la fe en Cristo Resucitado.
La Solemnidad de Pentecostés empezaremos a celebrarla con una Vigilia Diocesana, preparada por el Consejo Diocesano de Laicos y la Delegación Diocesana de Laicos, y presidida por nuestros obispos, que tendrá lugar la tarde del sábado 27 de mayo.
Para facilitar la participación y que sea una verdadera expresión de comunión, se desarrollará simultáneamente, a las 20 horas, en tres sedes: la Catedral Metropolitana (Valencia), la Iglesia Colegiata de Santa María (Xàtiva), y la parroquia de San Nicolás (Requena).
“JUNTOS ANUNCIAMOS LO QUE VIVIMOS”: Participemos en este encuentro para ponernos a la escucha del Espíritu y discernir cómo concretar hoy ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo a la misión que le fue confiada, y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal.
Arturo Ros Murgadas Amparo Estellés Rodríguez Obispo Auxiliar de Valencia Delegada de Apostolado Seglar